Lo dicho: la realidad es una cosa siempre indeseable. Malamente, cedí a la tentación de preguntarle a la cajera si ella conoce la historia de Chavita. Me limito a registrar las siguientes informaciones:
1.- Era un hombre muy rico. Llegó la ruina, la mujer y los hijos lo corrieron.
2.- Todo parece indicar que es, en efecto, contador.
3.- Está enfermo de un pie. Muy enfermo, parece. Y se niega a atenderse.
4.- El domicilio que da es el del café.
Estos datos, desde luego, espesan más las tinieblas en torno a las improbables explicaciones que haya respecto a su condición actual. Dudo mucho que me anime a volver a preguntar nada.
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2 comentarios:
Todo se puede, respira profundo y no tengas bocanadas de humo en tí.
Es cierto. Es más ilustrador lo que percibes que lo que te han contado.
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