La Botarga Bigotona aplaude (nomás para eso sirve, para aplaudir) a Su Alteza Serenísima: ya se sabe cómo le gusta lisonjear a los caudillos. Atrás, la Borla Pánica y Ubicua. (Foto: © Cortesía FIL Guadalajara / Joaquín Rúa)
Hoy es el día de Su Alteza Serenísima. Aunque ayer ya hubo que soplarse varias horas/nalga de encomios al escritor más visible de la literatura mexicana (lo visible sólo quiere decir eso, desde luego), hoy el programa no sólo contempla otro maratón en torno a Carlos Fuentes, sino que además tendrá lugar la ópera costosísima que el señor quiso que le produjera una universidad pública. ¿Como ahí qué? ¿Será verdad que a la cultura nacional le hacía falta conocer las veleidades como libretista de alguien que ya tenía su lugar apartado en la historia como un novelista atendible (y en ocasiones hasta bueno)?
A mí, como no sea por lo pasmoso de ese gran malentendido que es el homenaje tal (Fuentes, sí, es un escritor importante, pero nada más), me tiene sin cuidado lo que suceda con él. Porque la vida es breve, y la FIL más breve todavía, creo que es mejor aprovechar lo mejor. Ayer, por ejemplo, me hallé en el stand de las editoriales alemanas una exposición de los libros más bellos de la industria editorial de ese país: uno de esos deleites escondidos que es posible encontrar mientras, por ejemplo, García Márquez atesta el Auditorio Juan Rulfo por enésima vez.
Hoy, para su pesar, Lobo Antunes seguirá desquitando la dolariza que se llevó con el Premio FIL: le toca la encerrona con mil jóvenes. (El sábado tuvo que aguantar a los funcionarios del Ayuntamiento tapatío para que le dieran las llaves de la ciudad, «honor» empolvado y ridículo como pocos). Pasaré por roñoso, y ojalá me equivoque, pero veo complicado que entre Lobo y la muchachada pueda haber un entendimiento provechoso para nadie. Dadas las condiciones de lectura que prevalecen entre los secundarianos y los preparatorianos, Lobo quizás les resulte un autor inaccesible. ¡Además el viejo ya se ve que está harto!
En el área de salones grandes: quiero entrar y me dicen que por ahí no; me voy al otro lado, y veo que era por allá. ¿No se siente, este año, que la seguridad es más incómoda y más latosa?
A mí, como no sea por lo pasmoso de ese gran malentendido que es el homenaje tal (Fuentes, sí, es un escritor importante, pero nada más), me tiene sin cuidado lo que suceda con él. Porque la vida es breve, y la FIL más breve todavía, creo que es mejor aprovechar lo mejor. Ayer, por ejemplo, me hallé en el stand de las editoriales alemanas una exposición de los libros más bellos de la industria editorial de ese país: uno de esos deleites escondidos que es posible encontrar mientras, por ejemplo, García Márquez atesta el Auditorio Juan Rulfo por enésima vez.
Hoy, para su pesar, Lobo Antunes seguirá desquitando la dolariza que se llevó con el Premio FIL: le toca la encerrona con mil jóvenes. (El sábado tuvo que aguantar a los funcionarios del Ayuntamiento tapatío para que le dieran las llaves de la ciudad, «honor» empolvado y ridículo como pocos). Pasaré por roñoso, y ojalá me equivoque, pero veo complicado que entre Lobo y la muchachada pueda haber un entendimiento provechoso para nadie. Dadas las condiciones de lectura que prevalecen entre los secundarianos y los preparatorianos, Lobo quizás les resulte un autor inaccesible. ¡Además el viejo ya se ve que está harto!
En el área de salones grandes: quiero entrar y me dicen que por ahí no; me voy al otro lado, y veo que era por allá. ¿No se siente, este año, que la seguridad es más incómoda y más latosa?
Publicado en la columna «¿Tienes feria?», en el suplemento perFIL, de Mural, el lunes 1 de diciembre de 2008.
2 comentarios:
Mi teoría es que la Mugre Ge no solamente le costeó la ópera, que desde luego no pasará nunca del estreno, sino que también le financió la nueva dentadura. Por eso tanto empeño en ostentarla, ¿no?
Me agrada, doctor, su tono.
Su mala leche.
Su estoy-hasta-la-puta-madre-de-botargas-multitudes-libroscaros-lameculos.
Eso.
Y el viejo Lobo también me conmovió a mi.
(sus libros tienen 40 por ciento de descuento en la obsenamente cara Siruela, por cierto).
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