De tarea

La expresión de la chamaca que se acerca a pedirle la firma a JVM: «Maldito profe, para qué me mandó con esta vieja». Foto: FIL/Bernardo De Niz

«¡Ay, amá, ya te dije que no me puedo ir porque estoy haciendo tarea!»: es lo que chilla una chamaca a su celular, mientras se apresura, cuaderno y bolígrafo en mano, rumbo a la encomienda que su profesor (de prepa, me imagino) le haya encargado. He visto ejemplares de esta angustiada especie por todos lados: llenando varias filas de presentaciones y mesas redondas, o sembrados como una maleza proliferante en el suelo mientras esperan a que Alejandro Jodorowsky —que, evidentemente, ignoran quién es— se digne a llegar a dar autógrafos. Se copian las respuestas a los cuestionarios prescritos, garabatean títulos de libros, nombres de autores, datos que no le importan a nadie —a ellos menos que a nadie— para conseguir la calificación. Y en cada puñado de este «público» (que, desde luego, contará para engordar las cifras con que al final la FIL dé cuenta de su «éxito», como siempre) va enconándose la aversión a la lectura y lo que hay en sus alrededores: esa odiosa obligación ideada por profesores incapaces de imaginar nada más.
         La tarde del martes y la mañana del miércoles ya puse más atención en ver en qué se me va el tiempo en la FIL. En este orden: 1) desplazándome entre el gentío; 2) atorándome por los integrantes de ese gentío que resultan conocidos y con los que es indispensable detenerse para conversar; 3) demorándome con los conocidos cuya conversación —en general reiteraciones de lo aburrida que se ha vuelto la FIL— me hace olvidar a dónde iba; 4) yendo al baño o a fumar; 5) entrando al fin a alguna presentación, y 6) viendo libros. He comprobado que esto último es lo mejor. Ahora mismo vengo de hallarme una auténtica maravilla, que es el nuevo libro de Juan José Arreola. Así como se oye: un volumen, bellamente editado, en el que Alonso y José María Arreola compilaron las cartas que su abuelo escribió a su abuela, acompañadas por testimonios familiares y fotografías: Sara más amarás, se titula, y acaba de ser publicado por Joaquín Mortiz (se encuentra en el stand de Planeta).
            Este jueves, gracias principalmente a la tradicional infestación de estudiantes acarreados, la FIL estará menos desolada de lo que se ha visto desde el lunes. Creo que se perciben los efectos de la austeridad imperante en la Universidad de Guadalajara, particularmente en este año de apretones presupuestales y despilfarros como la feria de Los Ángeles y la Feria Internacional de la Música. Yo había marcado en mi programa entrar con el israelí Etgar Keret, pero canceló. Así que sólo preveo estar en la presentación de Breve historia de la medicina, el nuevo libro de Francisco González Crussí —a mi juicio, el ensayista mexicano en activo más estimable que hay. A las 18:30, en el Salón Antonio Alatorre.

Publicado en la columna «¿Tienes feria?», en el suplemento perFIL de Mural, el jueves 1 de diciembre de 2011.

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