Los extremos del puente colgante sobre el que avanza precariamente el
presente mexicano son la consternación y la indignación, y casi no hay
esperanza o ilusión que en ese trayecto no queden disipadas de inmediato
por los ventarrones del desastre que atravesamos: un barranco donde se
mezclan la esperpéntica realidad que propone incesantemente la
actualidad noticiosa, las admoniciones odiosas de la historia (tenemos
lo que nos hemos merecido), nuestra propia incapacidad de entender nada y
la corroboración constante de las peores manifestaciones de la
idiosincrasia nacional —si efectivamente existe eso, y si existe ya nos
amolamos sin remedio—: el agandalle, la dejadez, la malhechura, la
obcecación en el despropósito, la incompetencia para ningún tipo de
solidaridad auténtica (y no sólo las nociones sentimentaloides e
infundadas que usufructúan la televisión y los partidos políticos), el
cinismo...
Para seguir leyendo acerca del destinatario, este año, del Homenaje de
Periodismo Cultural Fernando Benítez en la FIL de Guadalajara, por acá, por favor, al nuevo número de Magis.
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