Todo fue aproximarme a las inmediaciones de la FIL, ayer por la mañana, para entender que no habría manera de ingresar. Una multitud, que fue creciendo conforme pasaban las horas, se aburría y se impacientaba, y todo porque en México, como es bien sabido, quien manda es el Estado Mayor Presidencial, desplegado en torno a Expo Guadalajara para evitar que nadie le hiciera mala cara a Felipe Calderón, el Presidente virtual (pues nadie que no tenga un salvoconducto puede verlo ni siquiera de lejos). Cuántos mimos y cuántas precauciones se tuvieron para que la presencia de Calderón no fuera afeada por quienes lo repudian: aunque no faltó una mujer que lo increpó, se llegó incluso a cancelar (¿con qué objeto, señor Rector?) la transmisión en vivo que Radio Universidad de Guadalajara tradicionalmente hace de la ceremonia inaugural y de la entrega del Premio RulFIL, o como quiera que se llame esta vez. (Bueno, ¡ni a Monsiváis dejaron entrar!)
Fernando del Paso, en un discurso lúcido y estimable —como no podía ser de otra forma—, dejó claro que él recibía el premio que le daba la gana recibir. Sin embargo, ¡qué decepción! ¿Por qué no aprovechó la cercanía de Calderón para afirmar delante de él su posición respecto a las elecciones presidenciales de 2006? Habrá sido, desde luego, que el novelista prefirió dar prioridad a la cosa literaria sobre la cosa política (aunque, como razón, ésta parecería más bien flaca). ¿O tal prudencia se habrá debido, más bien, a la diplomacia? Porque ni a la pareja del sexenio —el Gobernador González y el Rector Briseño— ni al presidente de la FIL ni a nadie le habría convenido tener un desaguisado. ¿Qué ganamos, oigan? ¿Siquiera le sacaron algo?
Bah. Qué pésimo modo de empezar la Feria. El caso es que, al final, las puertas se abrieron y la multitud asoleada, luego de haber abucheado debidamente a Carlos Fuentes, pudo entrar, en estampida. ¡Como si regalaran los libros! Naturalmente, hacen falta varios minutos para aclimatarse y ver dónde queda qué cosa. No es difícil: todo está donde mismo. Y, como otros años, no hay dónde sentarse. Luego me pasa que acabo metiéndome a ver cualquier porquería nomás para que no me vayan a salir várices. Por eso: ¡ojo! Hay que escudriñar el programa con cuidado. Hoy, por ejemplo, lo indispensable es ver a Antonio Muñoz Molina, en la apertura del Salón Literario; la celebración de los 15 años de La peor señora del mundo, de Francisco Hinojosa, y el homenaje a Mutis. Hay que medirse. En cuanto a Colombia, ahorita mismo estoy por ir a probar el café que hay en el pabellón. Y, claro, espero no quedarme nomás con lo folclórico. Ya contaré.
Publicado en la columna «¿Tienes feria?», en el suplemento perFIL, de Mural, el domingo 25 de noviembre de 2007.
1 comentarios:
Prefiero que los escritores muestren discreción acerca de sus preferencias políticas.
Me encantó lo del premio RuFil.
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