Francisco Hinojosa. Escribir a carcajadas



Zaharaí es una abogada que vive de criar puercos y es proclive a las fiestas excesivas. Tiene aspiraciones: quiere ser diputada, y lo consigue. Además es la musa del inspirado poeta que es su marido, y éste va dedicándole la historia en verso de su amor incomparable. Es un amor complicado: ella, por ejemplo, se toma confianzas impropias, digamos, con el psicoanalista, mientras el marido —obvio— sufre y rumia su desventura al tiempo que se propone estudiar inglés (para no parecer tan ignorante al lado de ella). Zaharaí, adicta a diversas sustancias, lee una historia de la Revolución Mexicana mientras su bardo personal se enreda con una azafata. O él asiste a una protesta comprometedora: «Mi linda amasia / abogada de mi alma», se disculpa, «mañana voy a ir / ni modo / a una marcha / en contra de los legisladores / como tú». O ella pesca una infección (y él implora: «no me vayas a pegar el salpullido ése / porque mañana tengo un compromiso»). Encima, les roban a un cerdo que ella quería mucho y se llamaba Pantaleón... Sin embargo, por más dificultades que enfrenten, las efusiones líricas del marido no cesan. En una de ésas se pone a escribirle haikús: «Tu ombligo / es un punto / en medio de tu panza». O bien: «Eres / como Mary Poppins / pero más llenita».
    Francisco Hinojosa firma el libro en que consta este amor disparatado, el singularísimo poemario/novela elocuentemente titulado Poesía eras tú. Es la pieza más reciente en una obra que no es difícil distinguir como algo de lo más divertido que se ha escrito en México en mucho tiempo. Si tal aseveración parece exagerada, hay que ir a preguntarle a un niño: Hinojosa es el autor más leído y celebrado por verdaderas multitudes de esos bravos y exigentísimos lectores que son los chamacos. La peor señora del mundo, su cuento más célebre, es un sostenido éxito de ventas, y causa de algo verdaderamente insólito con un escritor: cuando Hinojosa va por la calle, nunca falta un niño que lo reconozca y lo salude. ¿Que qué hay con esa señora? Pues que «a sus cinco hijos les pegaba cuando sacaban malas calificaciones, y también cuando sacaban dieces. Los castigaba cuando se portaban bien y cuando se portaban mal. Les echaba jugo de limón en los ojos lo mismo si hacían travesuras que si le ayudaban a barrer la casa o a lavar los platos de la comida...». Y, claro: sabiendo eso nadie puede resistirse a seguir leyendo, para ver cuándo esa malvadísima señora va a recibir su merecido.
    Hinojosa ha dicho de Poesía eras tú que lo escribió a carcajadas, pero eso mismo se puede pensar de casi toda su producción (con una excepción: Migraña en racimos, el impresionante ensayo autobiográfico en que da cuenta de su relación con esa enfermedad). En libros de cuentos como Un tipo de cuidado, Memorias segadas de un hombre en el fondo bueno o La verdadera historia de Nelson Ives —aparte de los que tienen a los niños como público natural, que también los adultos podrán encontrarlos hilarantes— hay, además del humor, una imaginación desaforada tras cuyo estallido («Me repugna la gorda que vive arriba», empieza un cuento) el universo se vuelve un mero pretexto para que acontezca lo más inesperado. Con sus desgracias, sus alegrías, sus sinsentidos y todos sus pormenores insignificantes, lo cotidiano en la narrativa de Hinojosa es, ante todo, risible: «Me cayó entonces de sopetón la mala racha: no sé qué onda con los demás, pero al menos para mí abril es el mes más cruel. Me pasaron cuantas cosas pueda uno imaginarse y más. Desde el desmayo que sufrí en plena eucaristía hasta el paludismo del Sapo, el robo de los borreguitos, la muerte por agua de la niña que nos llevaba los jacintos, la milpa anegada y el horrible silencio que se oía los domingos. Incluso se nos murió el gerente del banco», se lee en un pedazo del cuento «La averiada vida de un hombre muerto» (¿no es un título irresistible?).
    La marca de Hinojosa es el asombro instantáneo: los malabares que hace con la lengua de todos los días para contar las historias de personajes en los que fácilmente podemos reconocernos (aunque no queramos) demuestran que (aunque no queramos) el disparate es una de nuestras más valiosas materias primas. Y es divertidísimo enterarse gracias a él.

¡Ojo! El libro Poesía eras tú, de Francisco Hinojosa, lo presentan Jis y Trino el sábado 5 de diciembre, a las 18:00 horas, en el salón Elías Nandino de la FIL.

Publicado en Magis 413.
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