Es seguro que quien visita por primera vez la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara queda asombrado por su magnitud, por su dinamismo,
por las diversas multitudes que pueblan durante nueve días las naves
gigantescas de Expo Guadalajara y por el hecho, hasta cierto punto
insólito en un país de tan escasos lectores y tan precarias condiciones
para la supervivencia de la industria editorial, de que semejante
movimiento tenga su razón de ser en el comercio de libros. Las cifras
que da la organización de la Feria ayudan a ese asombro: en 2009 se
contaron más de 600 mil personas que acudieron, hubo 455 presentaciones
de libros, casi dos mil editoriales tuvieron presencia, etcétera. Para
este año, la previsión es que los profesionales provenientes de 43
países cierren negocios por más de 33 millones de dólares, que entren
otros nuevos miles de almas a recorrer los pasillos atestados y,
posiblemente, a ver y escuchar a algunos de los 500 “autores e
intelectuales” que vayan compareciendo en los numerosos salones del
recinto ferial, pero también del hotel vecino, de varios campus de la
Universidad de Guadalajara y de otros espacios de la ciudad (camellones,
museos, teatros, hasta un lienzo charro), y todo esto además del
programa de espectáculos que contribuye a hacer de la feria un festival
cultural ambicioso y, lo dicho, impresionante para quien la visita por
primera vez...
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1 comentarios:
Te faltó poner un pie de foto con aquello que te platiqué:
"Margo Roberts (¿o Julia Glantz?) pensando en todos los pares de Manolo Blahnik que podrá comprarse con la lana del premio."
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