Unos cuantos días, los de la semana que concluyó abruptamente para que comenzara el puente más largo del año, fueron suficientes para surtir la realidad noticiosa con acontecimientos gracias a los cuales es posible confiar en que la vida está lejos de ser tediosa y predecible. Porque es lo que pasa cuando los mismos temas ocupan reiteradamente los titulares en noticieros y periódicos: los mexicanos estamos tan habituados a aceptar lo inaceptable, a ver pasar lo insólito, a olvidar lo inolvidable, que ya son raras las sorpresas que nos saquen del pasmo y permitan que nuestra capacidad de asombro vuelva a ponerse en forma para, por lo menos, no aburrirnos tan fácilmente como sabemos hacer.
Noticias buenas, malas y otras que sencilla y agradeciblemente funcionan como constataciones de que el mundo anda al revés. Lo primero son las secuelas del numerito protagonizado por el Gobernador bocafloja, campeón del improperio y actual líder (in)moral de la caterva de funcionarios irresponsables que medran en toda la Nación. Buena noticia: solito, en su arrogancia y su incompetencia, González («Emilio» que le diga su mamá) se ha precipitado al basurero donde van a parar los políticos ineptos, que entre otras cosas —trabajar, por ejemplo— tendrían que cuidarse de conservar el respeto y la consideración de la mayor cantidad de ciudadanos que sea posible (no de todos, por supuesto, porque siempre habrá quien nomás no los trague). Ya cobarde ante los reclamos —no apareció, al menos, en dos actos públicos que tenía programados—, y ahora también cínico, pues se dijo «encantado» de que Gobernación y la Auditoría Superior de la Federación investiguen su esplendidez, González nos ha hecho el favor de cancelar su carrera política sin ayuda de nadie, nomás portándose como un cretino. (Aunque quién sabe: tal vez el sexenio que entra lo veamos, al menos, en la Secretaría de Gobernación, o algo así).
Mala noticia: la claudicación del Premio Juan Rulfo en la lucha por seguir llamándose así. Qué se le va a hacer. Quedamos ilusos que creemos en que, de algún modo, tendría que honrarse, en su tierra, el nombre del mayor de nuestros escritores (¿qué pasó, por cierto, con la placa que dedicaba un árbol a la memoria de Rulfo en la Avenida Chapultepec? ¿Alguien se la robó, o alguien la mandó quitar?). Buena noticia la de la aprobación de la Ley para el Fomento del Libro y la Lectura, detenida en su momento por el asnal Vicente Fox. Puede ser un buen principio. Y noticias raras: el Cardenal Sandoval echándose encima a la gente de los dineros (cuántos no recordamos con estremecimiento la parábola del camello y el ojo de la aguja, con la que tanto nos angustiaron en la infancia: así quién va a querer ser rico), Fernando del Paso convertido en una especie de Tío Patota, haciendo de titiritero, o un póster en recuerdo de Octavio Paz, publicado por el Conaculta, con un verso que no es suyo... Lo dicho: ojalá todo el tiempo la realidad noticiosa fuera así de entretenida.
Noticias buenas, malas y otras que sencilla y agradeciblemente funcionan como constataciones de que el mundo anda al revés. Lo primero son las secuelas del numerito protagonizado por el Gobernador bocafloja, campeón del improperio y actual líder (in)moral de la caterva de funcionarios irresponsables que medran en toda la Nación. Buena noticia: solito, en su arrogancia y su incompetencia, González («Emilio» que le diga su mamá) se ha precipitado al basurero donde van a parar los políticos ineptos, que entre otras cosas —trabajar, por ejemplo— tendrían que cuidarse de conservar el respeto y la consideración de la mayor cantidad de ciudadanos que sea posible (no de todos, por supuesto, porque siempre habrá quien nomás no los trague). Ya cobarde ante los reclamos —no apareció, al menos, en dos actos públicos que tenía programados—, y ahora también cínico, pues se dijo «encantado» de que Gobernación y la Auditoría Superior de la Federación investiguen su esplendidez, González nos ha hecho el favor de cancelar su carrera política sin ayuda de nadie, nomás portándose como un cretino. (Aunque quién sabe: tal vez el sexenio que entra lo veamos, al menos, en la Secretaría de Gobernación, o algo así).
Mala noticia: la claudicación del Premio Juan Rulfo en la lucha por seguir llamándose así. Qué se le va a hacer. Quedamos ilusos que creemos en que, de algún modo, tendría que honrarse, en su tierra, el nombre del mayor de nuestros escritores (¿qué pasó, por cierto, con la placa que dedicaba un árbol a la memoria de Rulfo en la Avenida Chapultepec? ¿Alguien se la robó, o alguien la mandó quitar?). Buena noticia la de la aprobación de la Ley para el Fomento del Libro y la Lectura, detenida en su momento por el asnal Vicente Fox. Puede ser un buen principio. Y noticias raras: el Cardenal Sandoval echándose encima a la gente de los dineros (cuántos no recordamos con estremecimiento la parábola del camello y el ojo de la aguja, con la que tanto nos angustiaron en la infancia: así quién va a querer ser rico), Fernando del Paso convertido en una especie de Tío Patota, haciendo de titiritero, o un póster en recuerdo de Octavio Paz, publicado por el Conaculta, con un verso que no es suyo... Lo dicho: ojalá todo el tiempo la realidad noticiosa fuera así de entretenida.
Publicado en la columna «La menor importancia», en Mural, el viernes 2 de mayo de 2008.
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1 comentarios:
jajajaj, estos políticos, con razón los de "El privilegio de mandar" no le pensaban mucho a su guión, ya se los daban hecho!
Y esa parábola que también está mal traducida, jajaja.
Otra cosa...de verdad pusieron un verso que no era de él!!! no puede ser...que pena!!!
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