«Hablar de enfermedades es una especie de entretenimiento de Las mil y una noches», reza la cita de William Osler elegida por Oliver Sacks para usarla como epígrafe de uno de sus libros más célebres, que lleva un título insuperable: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Osler, como Sacks, era médico (y es considerado, de hecho, el padre de la medicina moderna): ¿qué tienen que hacer estos dos nombres, pues, en el ámbito de la literatura? ¿De dónde ha sacado Sacks, neurólogo, un título tan descabellado? ¿Cómo, en fin, es que el mundo de las enfermedades puede ser comparado con el arte de contar historias que salvó la vida de Scherezada? «La imaginación de la naturaleza», comenzaría a explicar Sacks, «es más rica que la nuestra»: de ahí que él se haya hecho cargo de consignar un vasto repertorio de los hallazgos que le ha deparado el estudio de la naturaleza en libros donde el interés científico va de la mano con la pasión por relatar el drama humano: libros en que constan sus trabajos sobre la investigación de la mente, que se proponen la divulgación del conocimiento al respecto y que, sobre todo, conducen la lectura al ejercicio de la compasión. Los libros de Sacks no son, ciertamente, novelas ni cuentos, pero como las novelas y los cuentos —y, en muchos casos, de modo más incontrovertible—, exponen los misterios más insondables y las maravillas más extraordinarias del espíritu a través de sus protagonistas, que no son otros que los propios pacientes del Dr. Sacks.
Nacido en 1933, en Londres, Sacks se mudó a los Estados Unidos al comienzo de los años 60, y ahí se especializó en neurología, en la Universidad de California en Los Ángeles. Desde 1965 es profesor en el Colegio Albert Einstein de Medicina y en la Universidad de Nueva York, y cada martes atiende un consultorio de las Hermanitas de la Caridad. La fama, como suele ocurrir en los casos de quienes no la buscan, le vino de Hollywood, cuando en 1990 la película Despertares, de Penny Marshall y protagonizada por Robin Williams y Robert De Niro, fue nominada para recibir tres óscares. Basada en un libro suyo del mismo título, la cinta contaba la historia de un médico que experimentaba con un grupo de enfermos de encefalitis letárgica, a los que «despertaba» luego de décadas de inmovilidad y postración. Ese médico no era otro que Sacks: un heterodoxo de la clínica psiquiátrica que consiguió, al menos, que sus pacientes recuperaran un atisbo de la vida que les habían negado los procedimientos tradicionales. Tal actitud audaz ha caracterizado también la obra del escritor: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero expone, con la emoción y la delicadeza del mejor novelista, los historiales de 20 pacientes aquejados por trastornos absolutamente insólitos —incluso para la ciencia médica—: un joven que despierta aterrado al descubrir un objeto extraño en su cama (su propia pierna), un viejo marinero para el que el tiempo se ha detenido, un amable profesor de música que, al terminar la consulta a la que acudió por insistencia de su mujer, intenta tomar a ésta para colocársela en la cabeza...
Los laberintos de la mente surten las historias fascinantes que Sacks ha recogido también en otros libros, como Un antropólogo en Marte (título que resume la aflicción de una autista), Veo una voz (sobre el mundo de los sordos) o La isla de los ciegos al color: materia inagotable para la perplejidad, pero también para la mejor comprensión de lo humano. La obra de Sacks va siempre en pos de las manifestaciones más sorprendentes de la naturaleza, como lo demuestra su Diario de Oaxaca: un entrañable testimonio de curiosidad cultural que el autor redactó a lo largo de un viaje a esa tierra cuyo objetivo tenía la observación de helechos. En su sitio de internet (www.oliversacks.com) hay una colección de los temas de que se ha ocupado en sus libros: «envejecimiento», «agnosia», «daño cerebral», «Alzheimer», desde luego; pero también «música», «fantasmas», «historia precolombina», «natación» o «sífilis». En suma, un autor que con sobrada pericia narrativa y con profundidad admirable, en cada una de sus páginas se ocupa infaliblemente de mostrarnos cómo los enigmas más estimulantes y las revelaciones más sorprendentes sobre la vida residen, nada menos, en cada uno de nosotros.Publicado en Magis.
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