Con gripa

 

Foto: ©FIL Guadalajara/Pedro Andrés

 

La FIL con gripa: el infierno. Este sábado, ya con los penúltimos restos de energía, alcanzo a percibir una tensión en el ambiente de la feria que sin duda tiene relación con lo que pasa afuera, en el nuevo revolcón de consecuencias impredecibles que la historia le asesta al país. El año pasado, al hacer el ridículo en esta feria cuando fue interrogado acerca de los libros que lo habrían «marcado», Enrique Peña Nieto dio la prueba incontestable (por si hubiera hecho falta) de que es un pasmoso ignorante, pero además un hombre soberbio que se hundía más conforme luchaba por salir del fango en que lo metió su ignorancia; también dejó claro que es un político inepto para la improvisación a la hora de comunicar, y para la preservación de su propia imagen, que se estropea apenas ocurre algo imprevisto (como cuando le piden que diga qué lee). Lo que yo me pregunto es si será también vengativo: si aquello le ocurrió aquí, en la FIL, ¿puede esperarse que su administración llegue a interesarse por alguno de los asuntos que conciernen —al menos en teoría— al espíritu de la feria? Libros, lectores, cultura, educación, etcétera. O cómo los responsables de la FIL tienen previsto que ésta se entienda con los funcionarios en turno, que se sobreponga a las previsibles adversidades, que los temas a los que se aboca —al menos en teoría, otra vez—, como la promoción de la lectura, la facilitación del negocio editorial, la apertura de posibilidades para la prosperidad del ramo a nivel nacional e iberoamericano, etcétera, no se vean obstaculizados por la negligencia, la dejadez o la inquina de quienes vienen llegando.

La FIL con gripa: las actividades en el programa de este domingo danzan ante mis ojos empañados y no consigo anticipar a qué llegaré a meterme. Creo que más bien será cosa de tomárselo con calma y terminar de ver libros. En la venta nocturna del viernes, salvo algunos expositores que se animaron a rebajar (tantito) lo que traen, hallé pocas ofertas, y me di cuenta de que es cuando algunos (como el Fondo de Cultura Económica, nada menos) aprovechan para deshacerse de montañas de saldos que rematan a diez o veinte pesos. Así que hoy, como en realidad he hecho todos los días, me resignaré a seguir pagando libros carísimos.

La FIL con gripa: la presencia de Chile ha ido desvaneciéndose sensiblemente, y salvo el espectáculo de cierre, con la nieta de Violeta Parra, sólo quedan algunos despistados. Creo, con todo, que lo hicieron bien. No imagino cómo irá a ser la presencia de Israel en 2013: ¿será tan rara la FIL para ellos como, me temo, ellos son para nosotros? ¿Y cómo remontar esa dificultad? Y lo que sí me da muchísima curiosidad es saber qué pasará con el Premio FIL: ¿ya se murió y no nos han dicho? O, si lo dan, ¿quién va a tener cara para aceptarlo?

La FIL con gripa: me tomo una pastilla, me sueno indecorosamente (perdón), saco fuerzas para el último día y deseo de todo corazón que el año entrante ya estemos mejorcito.

Publicado en la columna «¿Tienes feria?», en el suplemento perFIL de Mural, el domingo 2 de diciembre de 2012.

 

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