El Liberty navega de Nueva York a Francia. Aunque originalmente
fue usado para el transporte militar, terminada la Segunda Guerra
Mundial ha sido convertido en un buque mercante y de pasajeros, si bien
éstos tienen que hacinarse en las cabinas/cuartel que alojaron antes a
los soldados, de tal modo que la travesía dista mucho de ser placentera.
Entre los viajeros se cuenta un joven mexicano, que antes de abordar ha
cruzado Estados Unidos en tren, gracias a los amigos que le prestaron o
regalaron dinero para la aventura. Un viaje largo: había salido desde
Guadalajara, semanas antes, y le faltan varias otras para alcanzar su
destino final: el teatro de la Comedia Francesa, en París, donde quiere
convertirse en actor. Ya al momento de zarpar, el joven se ha dado
cuenta de que el agua no es su elemento: zarandeado por un mareo
terrible, a duras penas consigue recorrer los intestinos del barco hasta
llegar a su litera, donde el malestar se recrudece. En las literas hay
correas para que los pasajeros se aten y no salgan disparados debido a
las sacudidas de la navegación; el joven se abrocha los cinturones y se
repite: “Tienes que aguantar, aquí te mueres pero te callas”...
Para seguir leyendo, pásenle por favor al nuevo número de Magis, que está bastante sabrosón.
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