No puede ser más obvio: para que la gente se anime a acercarse a los libros, e incluso a tomarlos, hojearlos y, en una de ésas, encontrar en sus páginas alguna felicidad, algún descubrimiento, una irresistible razón cualquiera para ponerse a leer, lo único que hace falta es que los libros estén al alcance de la mano: a la pasada, vamos, por donde demos con ellos, cruzándose en nuestro camino. No tiene sentido esperar a que la gente entre en las librerías, y mucho menos a que concurran en un momento dado las numerosas, misteriosas y sofisticadísimas razones que son indispensables para internarse en una biblioteca. Más obviedad: si, además de animarse a tomar un libro, hojearlo y encontrar quizás lo que ya dije —a veces la mayor felicidad de tener un libro en las manos consiste en el solo hecho de tener un libro en las manos, y si no hay que verle la cara a un niño que sostenga un ejemplar que le haya llamado la atención por sus colores, su forma, su sabor, o por lo bien que sus páginas se dejan rayar o desgarrarse—; si, además de acercarse a los libros, lo que se espera es que la gente los compre, lo único que hace falta es que estén baratos.
Por estos días, el milagro está teniendo lugar en los portales de la Presidencia Municipal de Guadalajara. No es la tristísima feria de mayo (en primer lugar porque no es mayo), ésa donde se juntan algunas papelerías y ciertas librerías llevan nomás sus desperdicios. En esta ocasión se han reunido libreros de viejo y editoriales independientes locales, y si bien el espacio de exposición es más pequeño incluso que su nombre (Feria Municipal Guadalajara Literaria y Diversa), menudean los motivos para dedicarle al menos una visita, con calma y con la seguridad de que se podrá disfrutar de verdaderos hallazgos. (Hay además un programa de actividades que tendrán lugar ahí hasta el 15 de noviembre: estaría muy bien que la Secretaría de Cultura Municipal lo suba a su página de internet, que, por cierto, está bastante desactualizadita... aunque hay que reconocer el buen uso de Facebook que hace la Secretaría para difundir su quehacer y comunicarse con el público). Libros buenos, raros, hermosos, baratísimos. Y un montón de gente que, ¡claro!, se detiene a encontrarse con ellos. Es un gustazo.
Hacia la FIL III
Con el revuelo que han levantado las modificaciones perpetradas por la Real Academia Española en la ortografía del castellano —y qué curioso que el anuncio desate tanta inconformidad, sobre todo de índole sentimental: ¡cómo vamos a extrañar el uso del acento diacrítico!—, tendrá especial interés la reunión de las 22 academias que se celebrará en Guadalajara, en particular cuando el domingo 28 de noviembre manifiesten su «adhesión a la Ortografía razonada de la lengua española». Habrá que ir a ver quiénes son estos señores, por qué se termina por concederles tanta autoridad, quiénes se creen... y por qué siempre acabamos obedeciéndolos. Como para ir a hacerles una manifestación, una megamarcha.
Por estos días, el milagro está teniendo lugar en los portales de la Presidencia Municipal de Guadalajara. No es la tristísima feria de mayo (en primer lugar porque no es mayo), ésa donde se juntan algunas papelerías y ciertas librerías llevan nomás sus desperdicios. En esta ocasión se han reunido libreros de viejo y editoriales independientes locales, y si bien el espacio de exposición es más pequeño incluso que su nombre (Feria Municipal Guadalajara Literaria y Diversa), menudean los motivos para dedicarle al menos una visita, con calma y con la seguridad de que se podrá disfrutar de verdaderos hallazgos. (Hay además un programa de actividades que tendrán lugar ahí hasta el 15 de noviembre: estaría muy bien que la Secretaría de Cultura Municipal lo suba a su página de internet, que, por cierto, está bastante desactualizadita... aunque hay que reconocer el buen uso de Facebook que hace la Secretaría para difundir su quehacer y comunicarse con el público). Libros buenos, raros, hermosos, baratísimos. Y un montón de gente que, ¡claro!, se detiene a encontrarse con ellos. Es un gustazo.
Hacia la FIL III
Con el revuelo que han levantado las modificaciones perpetradas por la Real Academia Española en la ortografía del castellano —y qué curioso que el anuncio desate tanta inconformidad, sobre todo de índole sentimental: ¡cómo vamos a extrañar el uso del acento diacrítico!—, tendrá especial interés la reunión de las 22 academias que se celebrará en Guadalajara, en particular cuando el domingo 28 de noviembre manifiesten su «adhesión a la Ortografía razonada de la lengua española». Habrá que ir a ver quiénes son estos señores, por qué se termina por concederles tanta autoridad, quiénes se creen... y por qué siempre acabamos obedeciéndolos. Como para ir a hacerles una manifestación, una megamarcha.
Publicado en la columna «La menor importancia», en Mural, el jueves 11 de noviembre de 2010.
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