Momios

El hábito de las profecías podrá ser todo lo inútil que se quiera, pero eso no le quita lo entretenido (y hasta puede ser divertido). Será que en un tiempo de absoluta incertidumbre, cuando es imposible saber cómo le amaneció la tripa al Dr. Carstens —para, entonces, imaginar si ya le dará la gana de ponerse a trabajar ante el cataclismo que se avecina—, cuando no hay modo de saber dónde volverá a atacar el narcoterrorismo en México, cuando es complicadísimo especular sobre quién volverá a beneficiarse de los ímpetus derrochadores del Gobernador González («Emilio» que le diga Julieta Venegas), cuando, en fin, puede ser tan desesperante tratar de vislumbrar al menos una expectativa en la que pueda confiarse para llegar intactos a la semana entrante, la adivinación y el tanteo son los únicos accesos al futuro que quedan a nuestro alcance, y vale más perder el tiempo en ellos que perderlo tratando de anticipar nada.
Pasa, cómo no, como cada octubre, con las previsiones y las conjeturas respecto a la concesión del Premio Nobel de Literatura —aunque también, seguro, será lo mismo con los de Medicina, de Economía, de Química, etcétera, aunque ahí sólo los iniciados y, claro, los interesados, estarán desvelándose y haciendo cuentas. Para empezar, entra uno a la página de la Fundación Nobel y lo primero que llama la atención es el calendario que tienen ahí: están, con toda precisión, las fechas en que se anunciarán todos los galardones, pero en el cuadrito que corresponde al de Literatura nomás hay un signo de interrogación y la leyenda: «De acuerdo a la tradición, la Academia Sueca presentará la fecha para su anuncio del Premio Nobel de Literatura más tarde». ¿Más tarde que qué? ¿Cuál tradición? A lo mejor se refieren a la mala costumbre que tienen los académicos suecos de ser herméticos y díscolos, pues es cierto que nunca sueltan prenda —cosa que luego lleva a suponer las incontables triquiñuelas y componendas que seguramente regirán sus decisiones. El caso es que, pese a esa reserva, también tradicionalmente se despliegan por todos lados las listas de candidatos probables, y sobre ellas vamos, no importa quién las haya hecho ni con qué razones. Por ejemplo la de una casa de apuestas británicas, Ladbrokes (se puede jugar en línea, lo mismo que a los caballos, a la Serie Mundial o a las elecciones presidenciales en Estados Unidos), encabezada por Claudio Magris (con una probabilidad de 3 a 1, según ellos) y en la que también figuran Philip Roth (7 a 1), Bob Dylan (150 a 1, pobre) y Carlos Fuentes (40 a 1: cabe imaginar al mexicano tronándose los dedos y tragando espeso porque sus momios están tan chafas).
La pura ociosidad, como puede verse. Un premio que no reconoció a Proust ni a Joyce ni a Borges ni a Kafka tiene menos sentido que cualquier certamen de Juegos Florales Ejidales, pero por la resonancia mediática que alcanza es inevitable que, siquiera por estas semanas, nos tenga al pendiente. Total: para lo que importa.

Publicado en la columna «La menor importancia», en Mural, el viernes 3 de octubre de 2008.



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1 comentarios:

Alejandro Vargas dijo...
4 de octubre de 2008, 19:54

Ya hay fecha JIC!!! 9 de Octubre mira mira:

The Nobel Prize in Literature will be announced on Thursday, October 9, 1:00 p.m. CET.

Saludos!