Tras el gusto de que el PAN perdiera las elecciones (una alegría, creo, irreprochable para muchos, entre los que me cuento) siguió el susto de ver que el PRI regresaba, en Guadalajara, por lo que dejó ir hace cinco trienios. Aunque tampoco hay por qué ser dramáticos: los usos de la democracia en México orillan a elegir, casi invariablemente, entre lo malo y lo feo, entre lo horrible y lo peor, entre el bandido y el imbécil, entre el cínico y el cretino, entre lo vacío y lo hueco, de manera que tan poco sentido acaban teniendo las ilusiones como los temores. Ganó el que se siente más mono, perdió el que se sentía más chicho: ¿qué sigue? Acaso una variación de estilos, pero ninguna diferencia sustantiva —como no sea la profusión de enconos y venganzas—: aquí, como donde sea que haya habido cambio de colores, seguirán intactas, como ejes cardinales de la conducta de los gobernantes, la propensión al desfiguro y las ganas de medrar.
Aristóteles Sandoval, el futuro Alcalde tapatío, ha hecho, naturalmente, más promesas de las que puede cumplir. No importa: lo que se espera es que pronto vaya olvidándolas o canjeándolas por otras (las que urdirá cuando quiera lanzarse para Gobernador, por ejemplo). En materia de cultura, ese tema tan desdeñable, secundario y prescindible en el entendimiento de los políticos, el priista se ha pronunciado con vaguedades que ni siquiera parecen dignas de tenerse en cuenta. Hace unas semanas, cuando integrantes de la comunidad cultural organizaron un encuentro con los candidatos, Sandoval envió a una representante pobremente preparada con un documento soporífero, atestado de lugares comunes, de cuya lectura difícilmente nadie habrá retenido nada: una cosa de la que, por lo visto, salieron estas ideas, que recogió Mural el martes: «Crear condiciones para el desarrollo de vanguardias artísticas, así como generar espacios para el impulso de las actividades de negocios»; «Habilitar algunos corredores culturales para el desarrollo de expresiones vanguardistas»; «Ofrecer a los jóvenes mejores oportunidades educativas, culturales y deportivas». También se registró en estas páginas que Sandoval se propone crear museos del mariachi y del tequila, y que cree que esta ciudad puede «atraer turismo cultural» porque «es la ciudad donde se le salvó la vida a Juárez».
Dos cosas: el Consejo Municipal para la Cultura y las Artes de Guadalajara, que luego de muchos trabajos al fin funciona, puede —y yo creo que tiene— que trabajar por que la administración entrante no se inaugure con despropósitos como éstos. Y, por otro lado, de los planes que tenían los equipos de los candidatos perdedores (el de Salinas, que presentó Santiago Baeza en la reunión aquella; los de Orozco, Galán, Ramos y Parra; el candidato del Verde ni se dignó a mandar a nadie), ¿no podría, el nuevo Alcalde, tomar una que otra idea? Había algunas buenas. Esto, claro, si los que perdieron las quieren compartir —porque todos hablaban de que querían lo mejor para la ciudad, ¿no?
Aristóteles Sandoval, el futuro Alcalde tapatío, ha hecho, naturalmente, más promesas de las que puede cumplir. No importa: lo que se espera es que pronto vaya olvidándolas o canjeándolas por otras (las que urdirá cuando quiera lanzarse para Gobernador, por ejemplo). En materia de cultura, ese tema tan desdeñable, secundario y prescindible en el entendimiento de los políticos, el priista se ha pronunciado con vaguedades que ni siquiera parecen dignas de tenerse en cuenta. Hace unas semanas, cuando integrantes de la comunidad cultural organizaron un encuentro con los candidatos, Sandoval envió a una representante pobremente preparada con un documento soporífero, atestado de lugares comunes, de cuya lectura difícilmente nadie habrá retenido nada: una cosa de la que, por lo visto, salieron estas ideas, que recogió Mural el martes: «Crear condiciones para el desarrollo de vanguardias artísticas, así como generar espacios para el impulso de las actividades de negocios»; «Habilitar algunos corredores culturales para el desarrollo de expresiones vanguardistas»; «Ofrecer a los jóvenes mejores oportunidades educativas, culturales y deportivas». También se registró en estas páginas que Sandoval se propone crear museos del mariachi y del tequila, y que cree que esta ciudad puede «atraer turismo cultural» porque «es la ciudad donde se le salvó la vida a Juárez».
Dos cosas: el Consejo Municipal para la Cultura y las Artes de Guadalajara, que luego de muchos trabajos al fin funciona, puede —y yo creo que tiene— que trabajar por que la administración entrante no se inaugure con despropósitos como éstos. Y, por otro lado, de los planes que tenían los equipos de los candidatos perdedores (el de Salinas, que presentó Santiago Baeza en la reunión aquella; los de Orozco, Galán, Ramos y Parra; el candidato del Verde ni se dignó a mandar a nadie), ¿no podría, el nuevo Alcalde, tomar una que otra idea? Había algunas buenas. Esto, claro, si los que perdieron las quieren compartir —porque todos hablaban de que querían lo mejor para la ciudad, ¿no?
Publicado en la columna «La menor importancia», en Mural, el jueves 9 de julio de 2009.
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2 comentarios:
Gente de Luna Morena tiene en su poder el proyecto que para Jorge Salinas preparamos.
De cualquier modo, guardo copia y estoy a las órdenes de quien lo solicite.
Santiago Baeza
Ojalá si hagan algo estos fulanos. Ya bastante gastaron en elecciones.
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