Tardó casi cuatro años, pero finalmente resucitó. O será que la aparición de este libro póstumo obliga a dudar si en verdad estará muerto, porque a partir de ahora hay que volver a leerlo desde el principio, como si acabara de nacer. Es la novela que Cabrera Infante, según ha contado su viuda, trató de terminar «hasta el último momento»: una evocación de su juventud habanera, como crítico de cine enamorado de la presencia imborrable de una muchacha. «Según la física cuántica», se lee en el prólogo, «se puede abolir el pasado o, peor todavía, cambiarlo. No me interesa eliminar y mucho menos cambiar mi pasado. Lo que necesito es una máquina del tiempo para vivirlo de nuevo. Esa máquina es la memoria». Y, como no podía esperarse menos, el resultado (con todas las obsesiones que volverían imprescindible al autor) es espectacular.
La ninfa inconstante, de Guillermo Cabrera Infante. Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores, 2008.
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