Italia, visible e invisible

Claudio Magris, uno de los grandes ausentes de la FIL. Y como que no le pareció, mírenlo. Como que está mascullando: «¿No me invitaron a su feriecita? Pues atásquense con su Carlos Fuentes».

Con el ánimo de una evocación poética, la suerte que corra la presencia italiana en la Feria Internacional del Libro ha sido encomendada al amparo de Las ciudades invisibles de Italo Calvino, aquel hermoso recuento de hallazgos que Marco Polo fue refiriéndole a Kublai Jan. Calvino, qué duda cabe, es uno de los escritores italianos mejor leídos y más entrañables en el ámbito iberoamericano, y por ello es de esperarse que su influjo sea benéfico para el desempeño de sus compatriotas en esta edición de la FIL.
Sin embargo, puede pensarse que en el programa de actividades preparado para el Invitado de Honor coexistirán, simultáneamente, dos Italias: por un lado la visible, representada por la delegación de escritores, intelectuales y artistas que han aceptado viajar a esta cita y aprovechar todas las oportunidades que ofrece como fiesta cultural, y por otro lado la Italia invisible, que llenará estos nueve días con las ausencias de un buen número de personajes sumamente atractivos de la cultura italiana contemporánea.
Así, algunas de las figuras más destacadas en la Feria —sobre todo por reconocibles, ya sea porque sus obras estén traducidas al español desde hace tiempo, o porque ejercen una influencia considerable en el panorama cultural europeo— serán las de los poetas Valerio Magrelli y Patrizia Cavalli, los filósofos Giorgio Agamben y Gianni Vattimo, los narradores Dacia Maraini, Valerio Massimo Manfredi, Alberto Bevilacqua y Sandro Veronesi... Con el resto de la delegación italiana, en la mayoría de los casos, se tratará de procurarse descubrimientos: ir a averiguar quiénes son, qué hacen, por qué están aquí. (Un caso aparte es el de Roberto Saviano, cuya participación no ha sido confirmada por razones de seguridad: vive amenazado luego de que desvelara, en el libro Gomorra, los entresijos y los alcances de la mafia napolitana).
La Italia invisible, como las ciudades de Calvino, acaso parezca más seductora, aunque únicamente haya manera de ir a su encuentro en los libros. No deja de ser inexplicable que los nombres de Umberto Eco, Antonio Tabucchi o Alessandro Baricco, tan rentables para la industria editorial, o los de Claudio Magris y Roberto Calasso (que, con Baricco, ya han estado antes en la FIL), entre otros, no figuren en el programa. Los organizadores italianos han explicado que fue por problemas de agenda en todos estos casos; los malpensados hemos preferido conjeturar que los propios autores pudieron haber declinado la invitación por razones de índole política... o que jamás existió dicha invitación. Como sea, estarán al menos sus títulos, y también los de los grandes autores que han hecho de la literatura italiana un inagotable caudal de asombros universales: Papini, Lampedusa, Svevo, Montale, Sciascia, Moravia, Buzzati, Pavese, Pirandello, Landolfi...
Como el viajero veneciano, entonces, habrá que ir de lo visible a lo invisible. La ocasión, es de esperarse, será inmejorable.

Publicado en el suplemento perFIL, de Mural, el sábado 29 de noviembre de 2008.



Imprimir esto

1 comentarios:

Anónimo dijo...
30 de noviembre de 2008, 23:41

¡Salgari, Salgari también es italiano!