Acaso la importancia suprema de comprender cómo funciona el mundo que
nos contiene radique en que es la única vía que tenemos para
aproximarnos a la comprensión del funcionamiento del mundo que
contenemos. La mesa y lo que hay sobre ella, la habitación donde nos
encontramos o el espacio abierto por donde transitamos, la presencia del
prójimo, el aire, la luz, la música incesante de lo que pasa, el
presente, el futuro y sus imaginaciones, las versiones siempre engañosas
del pasado: todo cuanto llega a activar nuestra curiosidad es,
invariablemente, el comienzo de una nueva formulación de nosotros
mismos. ¿Alguien está en posibilidades de rendir, rápidamente y sin
recurrir a un espejo, una descripción satisfactoria de su propia
espalda? “Se trata de una zona cuya apariencia escapa a nuestro
control”, ha escrito Phillip Lopate, un hombre que frecuentemente se
empecina en esas reformulaciones de sí mismo a partir de observaciones,
digamos, inusitadas; “de ahí que quizá sea la parte más honesta del
cuerpo”...
Publicado en el nuevo número de Magis; para seguir leyendo, click por acá, por favor.
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